sábado, 23 de mayo de 2015

La educación: ricos y pobres

La educación: ricos y pobres 


Aparejado a este nacionalismo, en el grupo que rodeó a Díaz prosperó la idea de adoptar -en los diferentes ámbitos de acción- modelos extranjeros, sobre todo franceses. Parte de ello era la idea de instaurar un modelo educativo vanguardista en las escuelas mexicanas. La secretaría de Instrucción Pública hizo hincapié en la necesidad de educar al pueblo desterrando el viejo sistema lancasteriano e implantando el laico moderno. También intentó mejorar el nivel de los profesores con la fundación de la Escuela Normal para Maestros (1887) y la Normal para Maestras (1890). Asimismo se crearon la Escuela de Ciegos, la de Sordomudos y la Correccional.
Pese a esto la instrucción pública, fiel indicador del estado de la sociedad, fue un privilegio exclusivo de las clases acomodadas. En 1907 había apenas 9,500 escuelas. En el campo, el índice de analfabetismo era muy alto. Esta situación iba aparejada con la propiedad privada que se concentraba en el uno por ciento de la población adulta. Mientras la gente adinerada celebraba frecuentes reuniones sociales, para dar la bienvenida o despedir a los miembros de las embajadas extranjeras, la clase trabajadora apenas hallaba tiempo para el esparcimiento. Sus únicos alicientes eran las fiestas acostumbradas, las ceremonias religiosas y la recurrente pulquería, acompañada de una fonda, donde las preocupaciones pasaban a un segundo nivel ante juegos como el rentoy, las apuestas y las riñas. Muchas terminaban, para emoción de los presentes, en hechos de sangre. Las litografias de José Guadalupe Posada reflejan fielmente aquella situación plena de contradicciones, desprecio por la muerte y alegría irresponsable.

Enciclopedia Mi México Lindo, Vol. 3, Ixpamex, pp. 613

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